viernes, 11 de septiembre de 2009

Lo siento, no me acuerdo.

No lo aguanté, la tentación era demasiado grande como para no abrirlo, husmear, leer y releer, buscar los mensajes ocultos, pensar y sentir que no sabía nada, que esa persona a la que estaba estudiando era otra persona… alguien que no conocía… pero que si, era la misma.

Lo primero que hice fue ir donde decía “mis cosas”, porque si por alguna razón dolía, quería que doliera luego. Muchos nombres se repetían uno más que otros. Uno que había sacado de mis registros memorísticos y había enterrado.

Me empezó a doler la cabeza, como si un umbral pequeño se estuviera abriendo. Corrí más atrás los números: 26/8/2005, 4/11/2004, 23/4/2003… donde me perdí?.

Seguí leyendo. Dos lagrimas por una confesión. Una por no haber recordado que fue importante. Tres por una traición no resuelta. Una sonrisa sarcástica por un juramento incumplido. Un suspiro por una declaración. Una sonrisa por lo que es eterno y una resignación por lo que nunca cambia.

Tengo 4 años de recuerdos vagos, 4 años que se me vienen a la mente como si fueran solo fotos de algo que alguien vio en la tele. 4 años en donde al parecer fui musa, princesa, traidora, poeta y amante. 4 años que quizás si recordara bien, no saldría más a la calle (dicen las malas lenguas y las buenas amigas). Quizás por eso se me borraron.

Tenía que leerlo todo para aceptar un raconto. Así que si a la taza de café, las pastillas para la memoria y los tures culturales por mis pasajes.