viernes, 8 de mayo de 2009

En estado de sitio


La economía era estable, la salud no se movía más que para resfriarse, la educación como siempre deficiente, pero con expectativas de surgir… estábamos volviéndonos políglotas y nos sentíamos orgullosos de eso. Íbamos a construir una nueva “La Moneda”, agregar mucho más personal para que trabajara con nosotros, nos habíamos establecido y queríamos ver si es que por ahí echábamos raíces y dejábamos de ser un país isla, para asociarnos con otro en tierra.

Estábamos bien, aburridos pero bien, dando pasos agigantados para convertirnos en potencia y ya se veía venir un asenso para ser país del primer mundo. Nos estaban importando vestuario y accesorios de diseñadores de la nación del norte… así que hasta chic nos veíamos. Estábamos conectándonos con nuestro yo interior e implantando el yoga como deporte nacional para equilibrar la mente y el cuerpo.

Nada hacía presagiar lo que vendría. Justo antes de firmar nuestro primer tratado de libre comercio, el país en tierra con el que nos asociaríamos sufrió una debacle… un tornado destrozó todas sus industrias y se quedó sólo con un gran desfalco; se separó de la tierra y se convirtió en otra isla naufragadora. Así que a la deriva hicimos un pacto secreto con nuestra isla vecina y le propusimos incursionar en nuevos mares y salir a buscar oportunidades fuera de nuestro territorio.

Navegamos varios meses, recorrimos distintas partes del mundo, aprendimos otras lenguas y formas de vida, quisimos acoplarnos a esos países maravillosos que nos acogían con su simplicidad, pero a medida que nuestra economía interna se estropeaba más, nos dábamos cuenta que por muy lindas que fueran esas exóticas aguas, estábamos destinadas a volver.

Cuando retornamos, nuestros conciudadanos nos recibieron con fiestas que duraron poco tiempo, nos contaron después, que habíamos perdido un poco de nuestro territorio, que habíamos vuelto a ser agricultores, que nuestro general de fuerzas armadas estaba a punto de irse exiliado o preso, y que en definitiva nos estábamos quedando estancados, pelados y muertos de frío… porque más encima el invierno estaba próximo y la leña mojada por las constantes tormentas de lluvia. El índice de desempleo llegaba al 100% y no había como revertirlo.

Algunos simplemente salieron arrancando y no se supo más de ellos, otros países, nos dejaron ofrendas y volvieron a sus privilegiadas tierras. Antiguos socios aparecieron desde sus propias tempestades y ofrecieron unírsenos de nuevo… pero teníamos tanto miedo de que nos volvieran a traicionar, que simplemente no dábamos respuestas.

Sin tener la racionalidad suficiente, nuestro país pidió consejo a sus socios, pero estos sólo pudieron decir que estaban igual de caídos que nosotros y que sólo quedaba la esperanza. Así que sin más, nos tomamos de las manos y declaramos el “Estado de sitio”.

Estado de sitio: El estado de sitio es un régimen de excepción que puede declarar el gobierno de un país en situaciones especiales. Este estado se dicta, generalmente, en caso de invasión, conmoción interior, guerra exterior, guerra civil o peligro inminente de que se produzcan. Se conoce como un momento critico de la política en el cual hay q quedarse en sus casas y no salir de allí debido a la crisis.

Durante el estado de sitio quedan en suspenso las garantías constitucionales, con mayor o menor extensión, según las legislaciones. Pero durante esta suspensión no podrá el presidente de la Nación condenar por sí ni aplicar penas.